La anterior entrada acabó con que Jordi antes de entrar a quirófano medio atontado aún tuvo el valor de pintarnos un dibujo. Pués cuando salió de reanimación, al chavalín no se le ocurre otra cosa que darme un susto. Se hizo el dormido y cuando me acerqué a él abrió los ojos y me dijo: «Buuuuuuu». Casi me lo como. Con los ojos llorosos de alegría, él me decía que no llorase, que estaba bien.
De camino a la habitación, me enseñó el dibujo que había pintado y que había dicho a las enfermeras, que cuando saliese que se lo diesen, que era para papá y mamá.
La verdad es que estoy asombrado de la capacidad que tiene para tolerar el dolor. Cuando se queja de algo o llora mucho, no lo está simulando, es que le duele de verdad.
Ya en la habitación, solo pedía comida, que tenía hambre. No me lo podía creer. A pocas horas de estar operado, solo pensaba en comer. Esa noche, cenó queso blanco (del blandito), una tortilla a la francesa y una loncha de jamón de york. Ah y una natilla. Encima pedía pan (eso no lo iba a comer ni de coña), pero él quería.
Apenas ha recibido medicación, porque no tenía dolor, así que la mañana siguiente nos mandaron a casa, porque todo iba bien.
Ahora llevamos 9 días desde la operación, y ya no ronca cuando duerme, ahora descansa cuando duerme, y puede respirar por la nariz y no dormir con la boca abierta. Lo hemos pasado mal, pero al ver que ahora descansa y tiene la vitalidad al 100% como antes, estamos muy felices.
El 16 de Agosto tenemos una revisión, para que nos digan oficialmente que ya está a tope. Por cierto, ¿os he dicho que ha arrasado con los helados?.
Besos y abrazos para todos/as y gracias de nuevo por estar ahí a la #ComunidadGlobera